viernes, 7 de junio de 2024

RODANDO POR FIN EN RUSIA

 Tras casi un mes sin motos desde que las entregamos en Seattle...por fin volvemos a tenerlas con nosotros!!!!

Gracias al trabajo de Yuri Melnikov, que desde el primer día nos transmitió cómo iban a sucederse los trámites, todo salió según lo previsto y sin contratiempos.

El lunes 3 de junio, en las explanadas de embarque de vehículos del puerto de Vladivostok, nos entregaron las cajas...


De las que, tras más de dos horas, conseguimos sacar las motos y los equipajes, todo en perfecto estado.



Sin tiempo que perder, salimos rodando inmersos en el anárquico tráfico ruso camino de un taller oficial Yamaha con el que veníamos coordinando una revisión de preparación para la nueva etapa.

En East Marine, Anton Lozinskiy nos organizó un cambio de aceite y filtro, cambio de cadena y revisión general de niveles y aprietes más la rueda trasera de la moto de Andreu todo nada más llegar y en 3 h. A un precio por el que en España no nos hubieran hecho una y, por supuesto, no al momento. 


Gacias Anton!!!

Ansiosos por volver a hacer kilómetros, salimos del taller rumbo norte hasta que empezó a oscurecer a unos 75 km de allí. Esta noche nos la volvimos a conceder en el Hotel Imperial en Ussuriysk para tener calma y espacio para reactivar todos los equipos y pertrechos de viaje.

Esta zona de Rusia tiene una única carretera que bordea la frontera de China en dirección a Ulán-Udé pasando por la ciudad de Jabárovsk. Une las tres ciudades más importantes de la Rusia Oriental.

La carretera en general está bien. Se puede circular a 100-120 km/h sin problemas. Hay que estar atento porque de vez en cuando, cuando menos lo esperas aparece algún bache considerable. Poco tráfico (aunque particular, como detallaré en una entrada a parte). 

Hemos conducido cuatro días, a una media de unos 450 km al día. El paisaje, hasta el momento es monótonamente bello. Bosques y bosques, separados por praderas cada 20 o 30 km. Todo vírgen. Gasolineras cada vez más espaciadas conforme subimos hacia el norte. Algún susto ya nos hemos levado llegando a repostar in extremis. Algunos pueblos o aldeas circundan, invisibles, la carretera, salpicados cada 50 o 100 km. Entre medio...bosque, ríos, praderas, naturaleza perfectamente vírgen.

Hemos conducido bajo la lluvia muchas horas, pero con temperaturas muy llevaderas que rara vez han bajado de los 10ºC.

Hemos compartido comidas caseras en bares de carretera con los camioneros que son los amos de estas carreteras. Hay muchos más camiones que coches.

Hemos comprado en los supermercados de estos pueblos, que son espartanos ejemplos de la funcionalidad y el desconocimiento del consumismo, pero que no les falta de nada para comer bien.

Y hemos acampado. Por fin hemos vuelto a acampar!!!! Hemos acampado con la libertad de que en Rusia se puede acampar libremente sin molestar a nadie! Hemos vuelto a encender fuego, a asar carne (y alguna verdura), a beber nuestra botella de vino o nuestras cervezas sentados viendo la puesta de sol, el fuego o la simple oscuridad de la noche. Sin más...con tanto...










SALTO A RUSIA

El viaje en ferry a Rusia transcurríó entre comidas, siestas, sudokus, cena, alguna cerveza, la noche en el camarote de 12 personas, desayuno, ...

Por suerte, durante un rato dos buques militares aparecieron en el horizonte, hicieron una maniobra en nuestra proa obligándonos a variar el rumbo, nos flanquearon un rato y se marcharon. Por la posición en la que estábamos debían ser emisarios del Sr. Jong-un que nos daban la vienvenida a aguas norcoreanas...

Llegar en Ferry a Vladivostok es como entrar en autobús en Sant Antoni de Portmany o tantos otros pueblos de España, solo que en vez de una alameda es un rosario de pequeños islotes coronados de verde que van dejando un paso cada vez más angosto a medida que uno se acerca al puerto natural. Majestuosa naturaleza.

Atracamos a las 15 h, nos dejaron desembarcar a las 17 h, nos tuvieron a nosotros dos y media docena de inmigrantes más en una sala de espera una hora para hacernos luego un interrogatorio personal con cuatro militares en un despacho durante otra hora más.

Aquellas cuatro personas saben hoy de mí mucho más que la mayoría de vosotros...

Y por fin en suelo Ruso!!!

En la salida de la terminal nos esperaba Yuri Melnikov, nuestro agente de aduanas privado, quien, mucho más allá de su cometido burocrático, nos acompañó a cambiar dinero, comprar una tarjeta SIM  y a buscar alojamiento. Gracias a él nuestro desembarco en Rusia fue poner el pie derecho y firme para empezar una nueva etapa de nuestro viaje con mucha ilusión.

Después de casi dos meses de viaje, Vladivostok ha sido una gran sorpresa. Tiene ese punto decadente de las grandes ciudades que vivieron tiempos mejores, pero a la vez con destellos de poderío emergente de una economía basada en pilares sólidos.








Vladivostok nos resultó una ciudad ordenada, familiar, conocida, semejante a las que estamos acostubrados en nuestro país. Y no solo la ciudad sino la gente, el ritmo, el ambiente.

EEUU y Corea eran mundos nuevos para dos payeses baleares como nosotros. Esta ciudad 'es europea'.

Bien, maticemos, el centro y la parte más funcional de la ciudad lo es. A medida que uno camina del centro hacia el extraradio residencial, los edificios clásicos de colores pastel van dando paso a edificios de viviendas (antiguos y modernos, bonitos y feos) de 20-30 plantas diseminados sin un orden aparente por las colinas que circundan la ciudad. Allí sí que caminar por sus calles, muchas sin pavimentar, es como meterse en una película de la época de la guerra fría... Pero todo está bien, no pasa nada, se puede vivir sin miedo allí, en la actualidad Rusia en un lugar seguro incluso en estos entornos urbanos que nos transmiten una sensación hostil. (Apreciación basada en testimonios locales...)






En Vladivostok hemos comido muy bien y barato. Hemos visitado algún museo (aunque estando estrictamente todo en ruso...es difícil apreciar los contenidos). Hemos tomado cervezas (y algún vodka) alegremente en compañía local. Hemos disfrutado de un relax esta vez con la buena sensación de saber que el trabajo de Yuri iba según sus previsiones y el lunes 3 de junio podíamos tener las motos.



Y en realidad nuestras cabezas estaban ahí, deseando rodar de nuevo pero esta vez con nostalgia de dejar una ciudad que nos ha acogido con hospitalidad y reconectado con las ilusiones del viaje.