viernes, 2 de agosto de 2024

GEORGIA. LLEGADA A TBILISI.

Tras tanto tiempo en países asiáticos como Rusia, Mongolia o Kazajistán, Georgia, a parte de preciosa, es un regreso a la cultura del disfrutar de los placeres de la vida.



Los últimos 10 días transcurrieron en zonas de Kazajistán y Daghestán de cultura y religión predominantemente musulmana. Georgia supone un regreso instantáneo, solo cruzar la frontera, a la cultura de disfrutar del entorno (rafting, parapente, treking, quads, ...), de disfrutar de los placeres de la vida (bonitas posadas, terrazas, luces decorativas, vino, cerveza, comida buena y variada...). 
Esta cultura, que se percibe ya en la carretera, Llega a siu máxima expresión en la capital, Tbilisi. Una ciudad montañosa, con río, edificaciones con mucha historia, calles adoquinadas, frondoso arbolado centenario por todas partes, tiendas, bares, restaurantes todos bonitos, con gusto, con espíritu de generar buenas sensaciones. Gente por las calles, ambiente.







Estuve alojado en un agradable y coqueto hostal propiedad de un alemán y regentado por un par de matronas georgianas fantásticas!
Este hostal en el barrio antiguo y con su restaurante y terraza entre medianeras cubierta por una parra pedían calma, reposo y contemplación. Un buen momento para 'digerir' tantas emociones de viaje.



En Tbilisi visito al personal español de la delegación de Aqualia que gestiona el servicio de agua de la ciudad y alrededores. Con Ramón María Pujol como anfitrión, visito sus instalaciones, saludo a un buen número de expatriados y locales, todos gente fantástica! En línea con lo que ya conocí en mi etapa en la empresa.


Quedo también con Artem, el chico Ruso que conocimos con Andreu en Novosibirsk y que tanto nos ayudó y buenos momentos disfrutamos juntos. Él está aquí con su novia y compartimos una tarde noche de reencuentro, cerveza vino y khinkali. 
Esta ciudad invita a quedarse. Terminadas mis tres noches en el hostal, alargo un día más para aceptar una propuesta de visita en coche con Ilia (un chico georgiano) y Eriko (una chica japonesa) que he conocido estos días aquí. Ilia nos lleva en coche a visitar fuera de la ciudad el museo de Estalin (en Gori, donde nació). En el museo se conserva, desde la casa en la que nació hasta los muebles de su primer despacho en el Kremlin. Uniformes, documentos, fotos, curiosidades e incluso el vagón de tren con el que se movía por el país con sus camarotes, cocina, comedor, despacho y salón de reuniones... espectacular!







De camino de regreso visitamos un par de monasterios (este país está plagado de ellos).







Regresamos tarde a la ciudad y me ofrezco a organizar una cena española en el apartamento de Eriko a base de tortilla de patatas, embutidos y pan con tomate. Triunfo!
A la mañana siguiente, ahora sí, recojo, cargo y me pongo en ruta de nuevo dejando tras de mí la nueva candidata a la ciudad más atractiva del viaje.