sábado, 3 de agosto de 2024

AVERÍA EN LAS ALTURAS

 Esta jornada cometí un error de planificación de ruta que no debo repetir.

Hace días que vengo siguiendo unas rutas off road propuestas en una página de viajes en moto de aventura. Ya he tenido que abortar algún tramo y darme la vuelta o buscar un rodeo en jornadas anteriores. 

Pero hace dos días el lío se presentó tras 2,5 h de pistas ascendentes sin aproximaciones a civilización (carreteras o nucleos urbanos) y, además, a 2.764 m de altitud. Una rampa con una pendiente algo superior a todas las anteriores y con mucha piedra suelta del tamaño de un puño pudo conmigo y me quedé parado a media cuesta. En estas condiciones y cargado como voy, arrancar de nuevo es muy complicado. La rueda patina en las piedras grandes y desplaza las pequeñas. Cuando empieza la moto a moverse lentamente se tambalea y los pies no encuentran superficie firme para mantener el equilibrio. Toda esta lucha implica un juego constante de gas para dar potencia y embrague para dosificarla hacia la rueda. Así que tanto luché y luché por superar la pendiente que el embrague no pudo soportarlo y se quemó. Allí arriba, inmerso en una nube que no me permitía saber qué me quedaba por delante. Con nieve alrededor. Solo.

Tuve la suerte de que Yamaha me había proporcionado un paquete de recambios para el viaje en el que se incluía un kit completo de embrague y que, además, tenía todas las herramientas necesarias. 



Así que, manos a la obra, en dos horas y media tuve el embrague arreglado y funcionando perfectamente.



Con la moto descargada y energías renovadas pude superar la cuesta y llegar a la cima, donde pude comprobar en el mapa que era el punto más alto de la ruta (2.957 m) y que ya solamente quedaba bajada si tomaba de nuevo un camino que regresaba al mar, al norte. Un par de viajes a recoger las alforjas al punto de la avería y subirlas andando a la cima para cargar la moto y seguir el camino.


En una hora y media más estaba de nuevo en el Mar Negro que, con una puesta de sol preciosa, me devolvió el calor y me ofreció un agradable hostal dende he pasado un par de días de descanso...




DE GEORGIA A TURQUIA PASADO POR AGUA

A mediodía llegué al Mar Negro. Comí bien en un restaurante turístico en el paseo marítimo.


Por la tarde, estaba en las proximidades de Batumi (que es la población georgiana más próxima a la frontera turca), hora de acampar. Me hice con una botella de vino georgiano de despedida y algo de fruta para cenar. Siguiendo indicaciones de Ioverlanders llegué a un precioso recodo de un río con una arboleda tapizada de hierba y helechos muy apetecible!
Acampé en la hierba a unos 5 m del lecho seco del río, una zona de unos 20 o 30 m de cantos rodados y grandes rocas que mediaban entre la arboleda y el agua. En el agua había tres hombres pescando peces con gafas de bucear y las manos. Nunca había visto nada igual! Se pusieron las botas en el rato que los estuve mirando!
El río bajaba con agua transparente y muy agradable para el baño.
Maté la tarde, entrando en la noche, con la fruta, disfrutando el vino, escribiendo, fumando, tocando la harmómica, ... bucólico relax.


Llegado el momento de descansar, en la absoluta oscuridad del bosque, monté la tienda de campaña y me puse a dormir. Chispeaba algo.


Me desperté a las 6 de la mañana con el ruido de la lluvia, me di media vuelta y seguí durmiendo.
Me volví a despertar hacia las 7 con más ruido, algunos truenos y algo mojado porque tenía una gotera que me empapaba el saco. Me aparté un poco y seguí durmiendo.
A las 745 h por fin me desperté empapado, con un estruendo de lluvia sobre la lona, truenos y un rugido... un rugido constante que no recordaba de la noche anterior...
Abrí la cremallera de la tienda y saqué la cabeza para ver el panorama. Y el panorama era aterrador... El río había crecido hasta el mismo inicio de la arboleda lo tenía ahora a unos 5 m de la tienda, la mesa, la silla, la moto. Todo el campamento estaba encharcado. El agua del río bajaba desbocada. En la masa de color chocolate en la que se había convertido el bucólico río del día anterior se veían arrastrados árboles que cuando chocaban con alguna gran roca las acababan desplazando. El ruido del conjunto era ensordecedor. El espectáculo dantesco.
Me vestí con la ropa de moto y el chubasquero y me puse a recojer el campamento rápidamente, todo empapado. El equipaje hoy pesaría el doble por la cantidad de agua transportada. El diluvio era tal que la ropa de lluvia sirvió de poco. Estaba empapado. Pero en 15 minutos estaba saliendo a la carretera lejos ya del riesgo de las aguas del río. El camino de bajada hacia la costa seguía siendo un espectáculo bíblico. Por todas partes bajaban torrentes desbordados, la carretera atravesaba cada poco zonas inundadas y lo truenos le iban poniendo banda sonora.
Llegado a la carretera que debía llevarme a la frontera había que cruzar el río. Pero a esas alturas ya no era posible...



Tuve que volver hacia el norte y buscar otra carretera tierra adentro para llegar a la frontera.
En la frontera ya había dejado de llover. El trámite fue rápido y en 1,5 h estaba en turquía.

Abandoné enseguida el Mar Negro para bajar hacia el sur y adentrarme en el país. La hora de acampar me cogió esta vez en las orillas de un embalse. Había un cámping pequeño y muy agradable en el que tuve tiempo de tender a secar mi saco y tienda de campaña antes de prepararme una cena a base de lata de conservas turcas sobre el hornillo...













LAS MONTAÑAS DE GEORGIA. USHGULI Y MESTIA

 A recomendación de Albert i Emma me dirijo a visitar el considerado pueblo más alto de Europa (2200 m): Ushguli. Lo sea o no, el emplazamiento es espectacular.

El camino de acceso es una pista alpina que empieza cruzando pequeños pueblos y termina atravesando altas montañas rodeadas de neveros.


Off road georgiano para disfrutar!

La tarde se alarga sin encontrar un lugar propicio para acampar y la altitud y la lluvia lo dificultan. Finalmente llego al anochecer a Ushguli, enmedio de la niebla y la lluvia, donde encontraré un agradable hostal de montaña lleno de turistas que vienen a hacer trekking.

Tras una ducha de agua caliente y ropa seca, una cena montañesa y a dormir bajo una colección de mantas que supliran la calefacción para combatir los 5ºC exteriores.

La mañana siguiente amanece un día espléndido (recuerdos del Abuelo) que permite contemplar la magnitud de la belleza del paisaje. Pueblo antiquísimo con sus características torres de defensa de la zona, montañas colosales, nieve.

Almorzado, descansado y con las energías de un sol radiante emprendo el seguimiento de un track recomendado por una web de viajeros en moto europeos.

Un trayecto espectacular por la ladera de la montaña, no exento de algún punto complicado, que me lleva de Ushguli a Mestia. En esta zona encontraré a Pablo y Michaela, dos excursionistas castellanoparlanes afincados en Estocolmo con quienes compartimos algo de fruta y una fantástica conversación.


Mestia resulta un pueblo muy bonito, muy turístico donde acude mucha gente a hacer deportes de montaña. Un pueblo que pudiera perfectamente estar intercalado entre Vielha y Baqueira...

Tras una frugal comida de supermercado y aprovisionarme para la noche contininúo camino hacia Batumi.

Las carreteras asfaltadas de esta mañana son muy bonitas y divertidas. Bajando de las montañas siguiendo el curso del río, atraviesan cañones, bordean cascadas, cruzan puentes, ...





Terminaré acampando en un precioso prado junto a un río donde me pegaré un buen baño, cenaré un pescado a la brasa buenísimo y una cerveza refrescada en el río.




El día siguiente ya será aproximación a la frontera en Batumi aunque no sin alguna última aventura georgiana...