Por fin el día 9 volvía a avanzar hacia el oeste y rebasaba la visitada Almaty por estas buenas y aburridas carreteras que tiene el país. El calor y la lluvia se han sucedido estos días.
Luvia poca, calor durante el día
mucho. Muchos ratos rondando los 40 ºC. La forma de combatirlo es detenerme en
gasolineras o arroyos que se van encontrando y remojar la camiseta y el traje
bajo el chorro de agua directamente. Esto da para una hora de agradable frescor en
marcha mientras el agua se evapora.
En mitad de esta árida estepa he encontrado dos de los
entornos de acampada más singulares del viaje. Al pie de las montañas que
definen la frontera con el país vecino, de vez en cuando un valle vierte sobre
la llanura y, desde la lejanía, se aprecian en esa zona arboledas solitarias
que delatan la presencia de agua. Y, acercándome campo a través, he descubierto
preciosos rincones en los que refrescarme, limpiar, cocinar, descansar y
asearme…una maravilla. Momentos de relax, lectura, escritura o contemplación
que compensan las horas de moto que estos días están siendo algo tediosas.
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