martes, 16 de julio de 2024

HISTORIAS DE CARRETERA...

 El jueves 11 de julio, rodando por una carretera secundaria por la que había decidido avanzar para ver si conseguía perderme un poco y alejarme del tráfico de camiones, me encontré con un chico en un Passat familiar de la época de la URSS con un remolque con una oveja enferma y una rueda pinchada.

Él no tenía herramientas. Con las que yo llevo en la moto conseguimos desmontar su rueda, reparar el pinchazo poniendo un par de parches en la cámara y volverlo a montar dejando el convoy operativo en una hora. El chaval no daba crédito de todo lo que pude sacar de mis maletas que parecían el bolso de Mary Poppins.



Agradecido me invitó a comer a su casa que estaba en una población rodeando un oasis a unos 10 km de distancia.

Elibai tiene 25 años, un chaval fornido de pueblo en su aspecto. Tiene un rebaño de 80 ovejas, 5 caballos y 2 vacas. Es callado, observador y calmado. Es una persona con una profundidad de conversación especial. Él había marchado a la ciudad y trabajaba en un banco. Su padre murió hace un año. Decidió regresar a casa a encargarse del ganado, la casa y otras propiedades en el pueblo, además de hacer compañía a su madre que es profesora en una guardería.




Comimos, bebimos cerveza, fuimos a bañarnos al estanque del oasis con sus amigos, 



me dejaron probar una de sus motos estrella fabricada por el abuelo de uno en el mismo pueblo,


merendamos con su madre, 



fuimos a un hamam con su primo. 


Terminamos la noche tomando cervezas y fumando mientras nos pasábamos preguntas y respuestas de la vida en el iphone con el traductor, en silencio, a oscuras, sentados junto al corral del ganado.

Al día siguiente, con una resaca kazaja, nos despedimos con nostalgia hasta siempre y seguí mi ruta hacia el oeste

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