martes, 16 de julio de 2024

ASALTO EN LA CARETERA

 Por tercer día consecutivo los encuentros sociales marcaron la jornada.

No hacía una hora que rodaba tras haber dejado la casa de Elibai y su familia cuando un Renault Duster (así se comercializa aquí y en Rusia y en Mongolia) me adelanta, avanza alejándose, reduce marcha, se pone a mi velocidad un rato delante de mi y, finalmente, me deja pasar.

Al adelantarlos e ir a saludar me hace señales un hombre de mi edad con muy buen aspecto y cara de entusiasmo. Me pide que me detenga en el arcén.

Me paro, total, nadie me espera en ninguna parte hasta octubre…

Baja del coche este hombre y una jovencita veinteañera y me avasallan a saludos y preguntas acerca de mi procedencia, mi destino y mi historia. A lo largo del viaje he experimentado la curiosidad de mucha gente con nuestro viaje. Pero a nadie he visto como a este par. Estaban hasta nerviosos de la emoción. Combinan preguntas con fotos y con muestras de afecto y admiración sin parar. Con la actitud de dos niños que han encontrado a su ídolo del fútbol. Cuando llevábamos media hora bajo un sol de justicia y yo con todo mi equipamiento, la simpatía amenazaba con desvanecerse.



El hombre debió captarlo y me dijo que fuésemos a un café a tomar algo. ¡¡Yo…tenía que avanzar algo hoy!! Le dije que tenía camino por delante… me preguntó que cada cuanto hacía descansos. Le dije que una hora. Hizo unos cálculos y me dio el nombre de un restaurante a una hora y cuarto de camino. No pude negarme.

Nos encontramos en uno de los restaurantes más elegantes del viaje.

Youri y Anna son dos compañeros de trabajo de una consultoría ambiental que se dedican a visitar empresas para ofrecerles proyectos de mejora en eficiencia ambiental de sus procesos. Pero Anna, que tiene 23 años, no tiene más estudios que los básicos y Youri, que tiene 53, había sido camionero de largo recorrido durante 15 años de su vida. Son una compañía realmente curiosa. Simpáticos, divertidos, raros en su entorno, entrañables.

Me invitaron a una comida pantagruélica. Saciaron todas sus ansias de conocer, de compartir, de explicar, de hacer un viaje virtual hacia un exterior a veces lejos de su alcance. Estuvimos tres horas comiendo y de sobremesa. Tan a gusto… Tan curioso… Tan natural como suceden las cosas aquí.

No hay comentarios: