viernes, 26 de julio de 2024

ARAL, LA MUERTE DE UN MAR.

Era una de las visitas que me apetecían de esta zona del mundo. Visitar el Mar Aral. Considerado víctima de uno de los desastres ecológicos mayores del mundo causado por el hombre de forma consciente. Políticos soviéticos de la época declararon, mientras planificaban derivaciones de agua de los ríos principales que vierten al Mar Aral para regadío de algodón: 'El Mar de Aral debe morir como un soldado en la batalla...'


Llegué a la ciudad de Aral (esperando encontrar una ciudad costera) y no, ya no lo es. Aunque es difícil percibirlo porque es bastante extensa y su linde con respecto al mar (que se retira) no es claro y accesible… 


decidí ir a visitar este efecto de la desertización de un pueblo costero, a Jalañas, donde es más fácil y claro percibir este fenómeno.
Allí, efectivamente, tras casi una hora de pista por el desierto, se llega a una población que, siendo parecida a cualquier otra de las ya visitadas en la estepa, presenta la particularidad de que en algunas calles hay pequeños botes abandonados. 



Donde un día debió estar el mar, se acaba el pueblo y se aprecia una cierta morfolorgía costera como la orilla de un lago. Pero todo está seco y con esa vegetación de matorrales característica de todo el paisaje kazajo. Es difícil imaginar que allí hubo un mar. Desde luego no se aprecia ni en el horizonte. Yo pretendía llegar hasta la nueva orilla. Pero los caminos que pudieran llegar son de arena y arcillas muy difíciles de superar con la moto tan cargada y con tanta incertidumbre de hacia dónde ir.



Así que me conformé con ver el pueblo y hacer unas carreras de motos con los chavales del lugar que enseguida me vinieron a recibir cuando aparecí por allí. Como siempre: todo el mundo simpatiquísimo!

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