lunes, 9 de septiembre de 2024

SARAJEVO...........

Desde Durmitor le pido a Google Maps que que lleve a Sarajevo. Me ofrece una ruta principal (que ya evita autopistas) y una alternativa que de 3,5 h pasa a 4,5 h y lo hace por la montaña. No hay duda, por la lenta siempre!!

La carretera en el lado montenegrino es muy pequeña y sin mantenimiento. Discurre por densos bosques que deben hacer honor al nombre del país. Encandilado por la profunda belleza de este entorno boscoso y concentrado en negociar enrevesadas curvas plagadas de baches en los que podría perder la moto, tras una curva encuentro una solitaria caseta como de obra con una barrera como de aparcamiento no motorizada y totalmente oxidado el conjunto. Había olvidado que mi destino estaba en otro país; era la frontera...pero acostumbrado a las fronteras fortificadas y militarizadas de Rusia, Mongolia, Kazakhstan, Turquia.... no lo podía creer. Un hombre vestido de uniforme, que no quedaba claro si era de policía, de militar o de vigilante de seguridad, me pide el pasaporte de pie allí enmedio de la carretera, entra en la caseta, hace una fotocopia y regresa en el tiempo que se lee este texto. Me exige que le despida en montenegrino (Dovidenja), porque no le ha gustado nada tenerme que hablar en inglés, y cuando lo capto y se lo repito con una sonrisa, me la devuelve multiplicada, me entrega los documentos y me abre a mano la barrera quedándose de nuevo solo en el precioso bosque.

A 10 km y en el mismo entorno encuentro el puesto bosnio. Nada que envidiar a la romántica decadencia del anterior y a su soledad. Allí un hombre y una mujer sexagenarios conversan. Me piden de forma distraída el pasaporte, repiten la operación anterior y me lo devuelven sin interrumpir su conversación. Contrastes del mundo....

Siguiendo la carretera, ahora ya en territorio bosnio, me detengo tras 5 minutos a dar un trago en una fuente de la cuneta y saborear el momento.

En estas aparece un Golf de la época yugoslava en un estado que evidencia que también sufrió la guerra y se detiene en la fuente. Un hombre baja y deja dos cervezas a enfriar en la pila. Lo saludo, me responde en ... bosnio? y me interroga gestualmente acerca de las cervezas. Le respondo mímicamente que me parece perfecto (mi filosofía más empleada en el viaje) sin saber a qué se refiere exactamente, pero habiendo cervezas de por medio decido esperar a ver qué sucede. Saca del coche una tercera, la sumerge en la pila también y se marcha. Me quedo algo cunfuso, ¿me las ha regalado? no sé qué hacer. Me enciendo un cigarro y, antes de terminarlo, aparece de nuevo acompañado. En el coche esta vez está también el oficial de frontera bosnio. Estrechamos manos, cruzamos palabras que ningún interlocutor entiende y reparte las cervezas. En un silencio interrumpido esporádicamente por fallidos intentos de comunicación verbal nos tomamos las cervezas con sendos cigarros. Nuevos apretones de manos y palabras que solamente pueden transmitir buena voluntad y se marchan.

Esta fue mi bienvenida a Bosnia, un lugar que, conforme me aproximo a Sarajevo, va revelando una energía...difícil de interpretar. 

Son las 10 de la mañana, el mapa indica que quedan 5 km para llegar a la capital de Bosnia i Herzegovina y la carretera sigue siendo un precioso paseo por las montañas. Y así, sin más, tras una curva y un túnel, aparece de pronto Sarajevo. Acunado por las colinas que fueron su prisión. Rústico, bello, sólido... cargado de esa energía que mezcla fuerza y melancolía, belleza y horror, ilusión y pena, pero determinación y orgullo.


Una ciudad que se lame las heridas con un romanticismo firme y amable.




La ciudad late principalmente entornio al barrio otomano que nos transporta de nuevo a Estambul.







Tomando mi primer café allí junto al río me abordan dos hombres y una mujer de mi edad que resutan ser españoles y viajan por estas regiones en tres motos. Al parecer me vieron hace dos días en el monasterio de Ostrog y se quedaron con el aspecto de Khongor y la matrícula española. Ahora la han reconocido aparcada junto a la terraza del café y me ofrecen una animada conversación que termina en plan para cenar todos juntos. Qué ilusión compartir experiencias con compatriotas tan majos (excelentes embajadores del mejor carácter español) y en un lugar tan lejano y profundo. Gracias por el rato Jesús, Concha y Buron!!!

Hoy ha amanecido lloviendo y os escribo desde un romántico café en el que he tomado el té aromático con canela más bueno que he probado nunca....


No ha dejado de llover en todo el día así que el paseo de hoy ha sido pasado por agua. Pero este es el clima normal aquí así que tiene su gracia ver y entender la ciudad en sus elementos. Y así este es el aspecto que tenía al atardecer Sarajevo.







Mañana vuelvo a la carretera, rumbo a Croacia. A esta ciudad hay que regresar con calma y bien acompañado...




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