Tras una noche en una maravillosa casa de huéspedes en Atyrau el día 19 de julio recorro los últimos km hasta la frontera con Rusia en Astrakhan.
Por el camino me rodean todavía los estragos de las
inundaciones del mes de abril. Zonas de estepa desértica inundadas hasta el
horizonte. Una paradoja a la que no estamos acostumbrados.
En estas condiciones llego a 25 km de la frontera con Rusia donde
decido acampar para afrontar los trámites fresco por la mañana.
Lo hago en un recodo del río a un km de la carretera
según recomendación de la app IOverlanders que me recomendaron unos viajeros
suizos hace un par de días.
Es así que allí, a última hora de la tarde, me
sorprenden leyendo una enorme furgoneta Mercedes de los años 80 camperizada y
un Nissan Patrol poco posterior. En ellos viajan independientemente sendas
parejas jóvenes de Francia y Holanda respectivamente. Agradable y fresca
compañía con los que comparto cervezas, cena y conversaciones sobre la vida. Al
día siguiente todos nos dirigimos a la frontera a primera hora y allí nos
perdemos la pista.
¿o no?
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